viernes, 25 de enero de 2013

SUPERAR MI DUELO


Mis queridos lectores, hoy 25 de enero 2013 es un día especial para mí y mi familia. Recordamos con alegría que fuimos bendecidos durante 7 años con la presencia de un ángel. Me preciosa Paulina, hoy cumpliría 12 años.
Escribir esto es todo un reto, son 5 años de su regreso al Padre. Y escribo con el fin de que mis vivencias puedan alentar a otras personas a pasar sus propios duelos.
Es una vivencia que da para mucho pues la puedo plantear desde la relación de pareja, la relación con los hijos y hablarle de esto ellos, la relación con los demás. Pero me centrare en mi vivencia y como he ido superando su partida. Pues hoy celebramos la vida, no la muerte.
El primer choque con la realidad fue duro, el procesar y entender que ya no estaría a mi lado, el darme cuenta que todos los sueños ya no serían realidad me golpeó, me noqueó.
Vinieron a mi mente muchas preguntas, muchos porqués, sentía que era una especie de castigo (como si Dios castigara), ¿porque a mí? Sumido en el dolor y las emociones.
Después de pasado un tiempo es cuando me reto a mi mismo a utilizar las herramientas que propongo en el consultorio. Se supone que creo en ellas, me dije, pues hay que usarlas.
Lo primero que enseño siempre es a escucharse, escuchar el cuerpo y escuchar las ideas a través de lo que pienso y las imágenes que aparecen en mi cabeza.
De lo primero que me doy cuenta es precisamente lo que escribía arriba, mi visión de la muerte. ¿Es un castigo? ¡Eso estoy pensando!. El darme cuenta de esto me dio la posibilidad de trabajar en esa idea y cambiarla. Pues mis ideas son parte de mi filosofía de vida y no quería seguir con ese concepto de la muerte.
Otro aspecto que descubro es que me estoy haciendo preguntas que no tienen respuesta, preguntas que por su manera de plantearlas no me permiten tomar el control de mis decisiones; de mi vida. Pues al utilizar el “¿porqué?”, solo racionalizamos. Las respuestas a preguntas con porqué buscan razones, y la muerte es. Simplemente es, depende de nuestra visión de ella.
Fue entonces cuando decidí utilizar el “¿para qué?”, el para qué me ayuda a tomar las riendas de mi vida, a decidir de qué manera voy a enfrentar esa situación que me duele. El para qué te ayudará a que tú le des un significado que te ayude a crecer.
El riesgo de no trabajar el dolor es que se convierta en sufrimiento.
El dolor es algo natural (otra idea que tuve que asimilar) y termina, en cambio el sufrimiento es algo que me origino, algo que yo me hago recordando lo más doloroso de las escenas dolorosas. Por eso es importante saber que las ideas las controlo yo, al principio reconozco que es difícil, pero cuando confío y creo en esto soy dueño de mí. Me convierto en una persona integrada, mente y corazón trabajan en equipo para superar las dificultades.
También me di permiso de llorar, incluso aprendí a llorar y llorar frente a mí esposa, a mis hijos y no tener miedo a expresar mis emociones. Compartir la emoción no es sólo  “vomitarla”, porque de esa manera dejo en duda al que me acompaña. Compartir una emoción es dejarme llorar y luego expresar lo que siento y pienso, para que de esa manera (hijos, esposa) supieran que pasa con migo y no crear fantasía, pues sólo yo sé lo que me pasa.
Ciertamente llorar no resuelve nada, pero me dispone física y psicológicamente para que busque soluciones.
Te comparto estas estrategias, unas del orden racional y otras del orden emocional. Son importantes las dos, pues de esta manera logro un equilibrio en mi persona.
Puedo compartir con gusto que me siento en paz, todavía suelo llorar, pero un llorar diferente, es esporádico y lo asumo como la herida que ha cicatrizado pero todavía está recién cerrada.
Recuerda, evita los ¿Por qué?, permítete llorar y compartir lo que te pasa, pidiendo incluso apoyo (no que te quiten la emoción, eso es imposible, la emoción es nuestra mejor brújula para saber cómo voy en ese camino), en lo que te puedan ayudar.
No importa a quien hayas perdido o cómo haya sido, lo que importa es trabajar los aspectos mencionados, para que seas dueño de tu vida.
El que te deje de doler no quiere decir que has olvidado a esa persona.
Y sin lugar a duda, en mi caso, el aspecto espiritual, mi fe puesta en ÉL.

Te mando un abrazo y recuerda, “Si en este momento no encuentras la salida, no quiere decir que no exista, simplemente en este momento no la ves” No dejes de buscar.
Pablo A. Cocom Marrufo
institutopsicoterpiahumanista@gmail.com

1 comentario:

bella_isabella dijo...

Hace cinco años estuvimos con ustedes, un momento difícil sin duda, no era madre aún, leer hoy esto me ha dejado con un nudo en la garganta, mi zona de la fantasía me ha jugado una mala pasada, su publicación me deja con la esperanza de que todo vuelve a su cause y retoma su ritmo, siempre como usted dice apoyados en Él... un abrazo con cariño Maestro.