domingo, 10 de abril de 2011

Vivir el hoy, aquí y ahora

Vive el  hoy
Qué difícil es poder hacer esto, los seres humanos nos rendimos con mucha facilidad a la tentación de ir al pasado o al futuro.
Vivir en el presente significa asumir nuestras vivencias como realidades, aceptar que nuestras vidas cambian constantemente y a cada momento, si no entendemos esto corremos el riesgo de perder lo más valioso que tenemos,  nuestra vida. Y digo perder nuestra vida porque cuando no vivimos en el presente no nos adaptamos, nos peleamos con él y nos la pasamos añorando el pasado o pensando que en el futuro será mejor nuestra vida y dejamos de vivir, el presente, en el presente.
La mejor época es la que nos ha tocado vivir, no la época de nuestra abuela, cuando podías salir a ‘tomar  el fresco’ a la puerta sin miedo a que te asalten o la de nuestros padres cuando el dinero alcanzaba para más y se podían comprar muchas cosas con 20 centavos.
Realmente podemos estar perdiendo nuestra vida, esperando tener “algo” para poder disfrutar a nuestros hijos o en la relación de pareja esperando a juntar dinero para poder hacer “ese tan anhelado viaje” y por fin estar con nuestra pareja. Cuando ponemos nuestra mirada fuera del presente dejamos de vivir, dejamos de disfrutar, hacemos juicios de los eventos y de las personas.
Imagina que en esta quincena por fin te nivelas con los gastos y te pones alegre por lo mismo pero en el camino al trabajo le pegas a la banqueta con la llanta y explota lo cual implica comprar una llanta nueva, es decir, realizar un gasto no previsto. Tienes dos caminos, lamentarte, enojarte, hacer que tu día sea totalmente negro, o la segunda opción es darte un breve tiempo para llorarlo, enojarte, insultar si quieres, para después relajarte y buscar una solución, de todos modos tendrás que buscar una, algo tendrás que hacer con esa llanta, tú decides si tienes una gasto extra de energía al buscar una solución y además cargar con el enojo,  o enfocar toda tu energía en resolver esa situación.
En cierta ocasión, cuando mis hijos estaban pequeños, mi esposa y yo los pasamos  buscar por la noche a casa de mi suegra después de un largo día de trabajo,  llegamos a la casa y en eso mi esposa me pidió que le preparara la leche a mi hija,  me puse a buscar el bote y jamás lo encontré porque la leche no llegó, se quedó en casa de mi suegra. No faltó el comentario de mi parte:  “te dije que la subieras”, ya estaba a punto de soltar la artillería pesada de reclamos cuando una neurona hizo clic en mi cabeza y me dije: “de todos modos la tengo que ir buscar, mejor me voy de una vez”, y algo curioso pasó en el camino de ida y vuelta, me tranquilicé y una vez en ese estado tuve la capacidad de ser empático y me formulé una regla que hasta el día de hoy me sirve para esos momentos difíciles en las relaciones interpersonales: “si soy capaz de no fallar en eso o a mi no me pudiera pasar, tengo derecho a reclamar”, hasta ahora la respuesta siempre ha sido, si puedo fallar, no puedo reclamar, así que calladito me veo más bonito.
Vivamos el hoy, seamos empáticos con el otro, dejemos de hacer juicios. Si tu vida ya cambió acéptalo el pelearte con esa situación sólo te quita energía para que puedas adaptarte a lo que tu vida ES en este momento, ya no es, ya no será. ES lo que Es. Y necesitas adaptarte a ese cambio para poder sobre vivir.
No pierdas tu vida, sólo tienes ésta.
Te mando un saludo y un abrazo

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