lunes, 25 de abril de 2011

¡Se leen mentes!

Esposa: ¿Te pasa algo Juan?
Juan: ¡Nada!

Juan: ¿Te pasa algo?
Esposa: ¡Como si no lo supieras!

Diálogos como los anteriores pueden ser comunes durante el matrimonio, pero su efecto en la relación es devastador pues impiden que  haya una sana comunicación.
Todos podemos reconocer que la comunicación es vital, podemos recomendarla a una pareja cuando se casa pero una cosa es que podamos reconocerlo y otra es que podamos comunicarnos de manera eficiente con las personas que amamos.
Con respecto a la comunicación hay un fenómeno que yo llamo: “el adivino” o la “lectura de mente”.
Este fenómeno se presenta cuando creemos que es responsabilidad del otro saber qué es lo que queremos o que nos pasa.
 Resulta que siempre llegamos con ciertas expectativas a la relación de pareja  y una de ellas puede ser “amar significa preocuparse por el otro”, la idea es magnífica y cierta, siempre y cuando dentro de la palabra preocuparse no se incluya que el otro debe literalmente adivinar lo que yo necesito para que  me sienta amad@.
La comunicación es un arte que implica trabajar con mis expectativas ya que esas mismas son las que me hacen suponer que las cosas deben ser como yo me lo imagino y dejo de ver lo evidente. Trabajar con lo evidente es una herramienta poderosa para eliminar de nuestra comunicación la lectura de mente, lo evidente implica darme cuenta de la situación actual tal como es, sin añadirle nada, sin imaginar nada y no es que no puedas pensar, es no sacar conclusiones, por ejemplo, si mi espos@ me dice que no entendió algo que le dije, simplemente le contesto y le explico de nuevo. Si algo me pasa y me pregunta por mi estado de ánimo, aunque piense que debería saber qué es lo que me pasa mejor le explico. De otra manera nos metemos en el callejón sin salida de los “debería”. El hecho de que nosotros sepamos qué es lo que nos pasa no significa que los demás deban saber que me ocurre y porqué. Incluso existen ocasiones que a nosotros mismos nos cuesta identificar nuestras necesidades. Nuestras necesidades son responsabilidad nuestra, así como nuestros sentimientos e ideas. Evitemos creer que los demás deben saber que queremos, si necesitamos algo pidámoslo, si queremos un abrazo pidámoslo, si quiero un beso debo pedirlo, si no vio mi corte nuevo de pelo  se lo muestro.

martes, 19 de abril de 2011

¿Pones límites de acuerdo a tu estado de ánimo?

Uno  de los factores que muchas veces influyen en que no seamos asertivos como padres al poner límites, es el hacerlo de acuerdo a nuestro estado de ánimo.
¿Cómo es poner límites de acuerdo a nuestro estado de ánimo?
Pues que frente a una misma situación reaccionamos de manera violenta, de manera risueña, ignoramos o cualquier otra reacción que no manda un mensaje claro acerca de lo que esperamos de nuestros hijos.
Imagina la siguiente situación, vas en el auto y  tu hijo te está pidiendo que le compres algo, tu ya le dijiste que no pero sigue insistiendo (si insiste es que no le ha quedado claro el mensaje, no lo olvides, ya sea por el tono que utilizaste o la forma en que se lo dijiste; él piensa que todavía puede conseguir eso que quiere).
Si estas de buen ánimo aguantas la tortura hasta que se le olvide o hasta que otro estímulo llame su atención.
O estás en tu casa y tus hijos están peleando, ya les pediste que  dejen de pelear y no hacen caso.
Reacción del Lunes por la noche: la situación ocurre cuando estás llegando del trabajo estresado/a y cansado/a, de tal manera que tu reacción en ese momento es dar dos nalgadas a cada uno o poner un castigo severo por lo que hicieron.
Reacción del Domingo: todo ocurre un domingo estabas acostado/a terminando de ver una película de comedia y estás totalmente relajado/a y tu reacción es ir donde pelean y les dices que no peleen, agarras a uno e inicias una guerra de cosquillas lo cual dispersa la tensión y dejan de pelearse.
En estos ejemplos trato de mostrar reacciones diferentes a la misma conducta, esto a los niños no les favorece, los confunde y podemos caer en la tentación de creer que son ellos los que no hacen su parte y olvidamos que nosotros no hemos hecho la parte que nos corresponde.
Lo importante de cualquiera de las situaciones anteriores es tu reacción, el cómo manejas ese evento para saber si estás poniendo límites con tu estado de ánimo.
Porque si detectas que eso ocurre en muchas situaciones, seguramente estarás muy cansado/a y tu hijos confundidos.
Se necesita consistencia para no caer en este “tipo de disciplina”, lo cual se arregla mediante reglas claras y utilizando el MISMO tipo de consecuencias en cada situación.
Somos seres humanos y estamos sujetos al estrés, al mal humor, a los días malos, pero debemos cuidar que esos aspectos influyan lo menos posible en la relación con nuestros hijos.
Cuidemos la manera de poner límites, SEAMOS PREDECIBLES para nuestros hijos en cuestiones disciplinares. Que nuestro tono de voz sea firme cuando decirnos ¡NO!, evitemos utilizar el “a lo mejor” y no responderles. Si siguen insistiendo, deja de hacer lo que estás haciendo, míralo a los ojos y exprésale con toda claridad tu NO. Si logramos reaccionar de  la MISMA manera ellos tendrán total claridad de qué es lo que esperamos de ellos y podrán obedecer.

domingo, 10 de abril de 2011

Vivir el hoy, aquí y ahora

Vive el  hoy
Qué difícil es poder hacer esto, los seres humanos nos rendimos con mucha facilidad a la tentación de ir al pasado o al futuro.
Vivir en el presente significa asumir nuestras vivencias como realidades, aceptar que nuestras vidas cambian constantemente y a cada momento, si no entendemos esto corremos el riesgo de perder lo más valioso que tenemos,  nuestra vida. Y digo perder nuestra vida porque cuando no vivimos en el presente no nos adaptamos, nos peleamos con él y nos la pasamos añorando el pasado o pensando que en el futuro será mejor nuestra vida y dejamos de vivir, el presente, en el presente.
La mejor época es la que nos ha tocado vivir, no la época de nuestra abuela, cuando podías salir a ‘tomar  el fresco’ a la puerta sin miedo a que te asalten o la de nuestros padres cuando el dinero alcanzaba para más y se podían comprar muchas cosas con 20 centavos.
Realmente podemos estar perdiendo nuestra vida, esperando tener “algo” para poder disfrutar a nuestros hijos o en la relación de pareja esperando a juntar dinero para poder hacer “ese tan anhelado viaje” y por fin estar con nuestra pareja. Cuando ponemos nuestra mirada fuera del presente dejamos de vivir, dejamos de disfrutar, hacemos juicios de los eventos y de las personas.
Imagina que en esta quincena por fin te nivelas con los gastos y te pones alegre por lo mismo pero en el camino al trabajo le pegas a la banqueta con la llanta y explota lo cual implica comprar una llanta nueva, es decir, realizar un gasto no previsto. Tienes dos caminos, lamentarte, enojarte, hacer que tu día sea totalmente negro, o la segunda opción es darte un breve tiempo para llorarlo, enojarte, insultar si quieres, para después relajarte y buscar una solución, de todos modos tendrás que buscar una, algo tendrás que hacer con esa llanta, tú decides si tienes una gasto extra de energía al buscar una solución y además cargar con el enojo,  o enfocar toda tu energía en resolver esa situación.
En cierta ocasión, cuando mis hijos estaban pequeños, mi esposa y yo los pasamos  buscar por la noche a casa de mi suegra después de un largo día de trabajo,  llegamos a la casa y en eso mi esposa me pidió que le preparara la leche a mi hija,  me puse a buscar el bote y jamás lo encontré porque la leche no llegó, se quedó en casa de mi suegra. No faltó el comentario de mi parte:  “te dije que la subieras”, ya estaba a punto de soltar la artillería pesada de reclamos cuando una neurona hizo clic en mi cabeza y me dije: “de todos modos la tengo que ir buscar, mejor me voy de una vez”, y algo curioso pasó en el camino de ida y vuelta, me tranquilicé y una vez en ese estado tuve la capacidad de ser empático y me formulé una regla que hasta el día de hoy me sirve para esos momentos difíciles en las relaciones interpersonales: “si soy capaz de no fallar en eso o a mi no me pudiera pasar, tengo derecho a reclamar”, hasta ahora la respuesta siempre ha sido, si puedo fallar, no puedo reclamar, así que calladito me veo más bonito.
Vivamos el hoy, seamos empáticos con el otro, dejemos de hacer juicios. Si tu vida ya cambió acéptalo el pelearte con esa situación sólo te quita energía para que puedas adaptarte a lo que tu vida ES en este momento, ya no es, ya no será. ES lo que Es. Y necesitas adaptarte a ese cambio para poder sobre vivir.
No pierdas tu vida, sólo tienes ésta.
Te mando un saludo y un abrazo

martes, 5 de abril de 2011

No des por hecho que lo sabe

En cierta ocasión mi hijo le contó a mi esposa un cuento que más o menos va así:
“Mamá, ¿que sale de cruzar un oso  con una gallina?”
Respuesta: un problema y jajajajajaja se rieron.
La parte interesante no es el chiste, si no la pregunta que a mi esposa se le ocurrió hacerle a mi hijo. Ella le preguntó, ¿qué es cruzar? La respuesta de mi hijo fue, “pues cuando pasan el uno frente al otro” y allá fue cuando mi esposa y yo cuando me lo contó nos atacamos de la risa.
Esto mi hizo recordar algo muy cierto en la educación de nuestros hijos,
“No des por hecho que están hablando el mismo lenguaje o por decirlo de otra manera, que están en el mismo nivel”.
Y es que debido al desarrollo cognitivo los niños NO PIENSAN IGUAL QUE LOS ADULTOS, no tienen las mismas habilidades cognitivas. Esta afirmación que puede parecer  muy lógica y comprensible en la práctica me parece que no es del todo clara para todos los padres, pues me ha tocado presenciar situaciones en las que se hace patente esto. Por ejemplo: he observado que en algunas situaciones se le hace una broma a algún niño para “divertirlo” pero el tipo de “broma” es en doble sentido, si el niño tiene 5 o 6 años no lo comprenderá del todo o quien sabe que estará entendiendo.
Si yo le digo pórtate bien, esa palabra bien puede tener muchos significados, eso no quiere decir que él ya ha entendido lo que nosotros esperamos de ellos.
En la etapa de 2 a 7 años es normal que los niños hagan sus propias reglas al jugar y no entiendan instrucciones o no las sigan tal como se las explican. Si nosotros no tenemos esta información corremos el riesgo de colocarle una etiqueta al niño de egoísta. Esta conducta debe ir cambiando a medida que el niño va madurando neurológicamente y le vamos ayudando con toda la paciencia del mundo a que poco a poco entienda las reglas. Ya debe haber una total comprensión de las reglas  a los 7 años. Es por esto que debemos ser muy específicos en lo que les pedimos pues les cuesta entender las reglas en esta etapa. Corremos también el riesgo de generarle expectativas que no están de acuerdo a su edad, nosotros nos frustramos como padres y generamos una baja autoestima en el niño.
Cuando observemos que nuestros hijos no responden a nuestras expectativas, no reaccionemos de manera impulsiva, averigüemos que ha ocurrido porque no han podido  completar la tarea, escuchemos con atención lo que nos dicen, que fue lo que ellos entendieron y cuál fue el proceso que siguieron, de esta manera podremos tomar decisiones más justas y evitaremos juicios a sus personas.
Les mando un saludos afectuoso, nos vemos la próxima semana.