viernes, 8 de febrero de 2013

EL MEJOR PAPÁ (O MAMÁ) DEL MUNDO

Historia 1
Había una vez un padre de familia que quería mucho a sus hijos, se esmeraba en darles lo mejor que podía tanto en el aspecto afectivo como en lo económico.
Este padre (o madre) tenía una costumbre sagrada, después de la comida acostumbraba dormir una siesta estuviera donde estuviera y de ella dependía su bienestar físico y emocional, pues ya era una costumbre.
Un día, uno de sus hijos acababa de recibir una pelota de regalo y emocionado quería jugar con su papá, de tal forma que fue a verlo cuando éste estaba a punto de tomar su sagrada siesta y el papá se puso en pensar en qué sería lo mejor, dedicar un tiempo a su hijo o dormir la siesta; decidió levantarse esa tarde y jugar a la pelota con su hijo, lo cual hizo muy feliz a su hijo y a él.

Historia 2
Había una vez un padre de familia que quería mucho a sus hijos, se esmeraba en darles lo mejor que podía tanto en el aspecto afectivo como en lo económico.
Este padre (o madre) tenía una costumbre sagrada, después de la comida acostumbraba dormir una siesta, estuviera donde estuviera y de ella dependía su bienestar físico y emocional, pues ya era una costumbre.
Un día, uno de sus hijos acababa de recibir una pelota de regalo y emocionado quería jugar con su papá, de tal forma que fue a verlo cuando éste estaba a punto de acostarse a la sagrada siesta y el papá se puso en pensar en qué sería lo mejor, dedicar un tiempo a su hijo o dormir la siesta; decidió que necesitaba descansar, y de manera clara y serena le explicó a su hijo lo que pasaba, le prometió que jugarían en otro momento y se lo cumplió.


Para ser un buen padre o buena madre no existen recetas mágicas. Más aún, a medida que encasillamos el concepto de buen padre/madre, corremos el riesgo de equivocarnos, pues nos volvemos rígidos.
Podemos decir que para acercarnos a la idea de “buenos padres” es necesario seguir ciertos parámetros y no recetas. Algunos de estos parámetros son:
1.    PIENSA tu decisión, para que tu acción sea adecuada y no motivada únicamente por una emoción. Pues cada situación tiene su contexto y sus necesidades específicas.
2.    Se coherente entre lo que piensas, dices y haces. Eso te dará la consistencia necesaria para que tu hijo te pueda entender.
3.    CUMPLE LO QUE PROMETES. Para eso debes de haber hecho bien el paso 1. Pues si hablas sin pensar, prometerás cosas que luego difícilmente cumplirás.
4.    Las mejores decisiones sin dudarlo, son aquellas en las que se busca satisfacer de manera equilibrada las necesidades de ambos. Basadas en el amor y respeto.
5.    Reconocer que es mi DECISIÓN lo que hace la diferencia. Cuando yo soy el que decide amar y entregarme a ese amor (en equilibrio, como mencionaba anterior mente sin olvidarme de mí como persona) lo hago sin molestia, por convicción. Porque he decidido darme a mis hijos.

Te mando un abrazo y recuerda."El que no veas la salida, no quiere decir que no existe, simplemente nola ves en este momento".
Psic. Pablo Cocom Marrufo


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