domingo, 6 de marzo de 2011

Ansiedad vs Hambre

Los seres humanos nacimos con la capacidad para reconocer qué es lo que necesitamos y que no. Tenemos un magnífico equipo sensitivo que nos indica qué es lo que necesitamos, la cantidad y el momento.
Pero muchas cosas ocurren en el camino de nuestro desarrollo que vamos perdiendo esa increíble habilidad para escucharnos, para sentir nuestro cuerpo, para reconocer la sabiduría que tenemos a través de él y que el mismo sea el que nos avise de los límites de satisfacción.
Estar en contacto con nosotros y con nuestro cuerpo, significa poder reconocer con certeza las sensaciones que experimentamos. Este sería el buen inicio del proceso para reconocer qué necesitamos y cuánto necesitamos de aquello, sea material o emocional.
Un segundo punto para poder identificar una necesidad, es saber que cuando una necesidad aparece no visualizaremos la necesidad, sino el satisfactor. Me explico, cuando tengo deseos de ir al baño a orinar, lo que voy a visualizar no es mi vejiga inflamada, voy pensar en ¿dónde está el baño más cercano?  Recuerden, cuando dormidos tenemos deseos de ir al baño es posible que en nuestro sueño nos veamos acercándonos a un lugar en donde podamos satisfacer dicha necesidad.
Voy a hablar del hambre y de lo importante que es el poder reconocer los dos puntos anteriores como herramientas que me ayudan a iniciar una buena relación con la comida y el comer, pues de otra manera corro el riesgo de ingerir más de lo que necesito o mi dieta será poco o nada fructífera.
Vayamos con el primer punto mencionado, la sensación. Y es que existe una sensación muy parecida al hambre y se llama ansiedad. Cuando por razones emocionales la ansiedad aparece, en muchas ocasiones se experimenta como un hueco en el estómago que se puede confundir con el hambre y entonces la persona poco conectada o poco adiestrada en reconocer de manera adecuada sus sensaciones puede comer y comer sin que esa sensación desaparezca. Llevando a la persona al sobre peso.
Una buena estrategia es preguntarse, ¿tengo hambre o deseos de comer?, esto implica un acto de conciencia, un alto para clarificar mis sensaciones. Pues si de manera automática nos dejamos llevar por el impulso no podremos hacer la diferencia. Si reconozco que lo que siento es ansiedad por que es un antojo y no hambre respira, respirar es muy importante porque te relaja, respira profundamente tomando conciencia de qué te está generando ansiedad y define un plan para resolver ese conflicto. Y después haz algo para terminar de desahogar esa sensación, lava los platos, sal a correr, realiza alguna actividad.
El segundo punto mencionado nos ayuda  a identificar que estoy “antojando” y no con hambre, pues normalmente son cosas que no nos nutren.
Pon atención a tus sensaciones, hazte la pregunta que te sugiero y siéntete bien contigo mismo/a.
Un saludo y nos vemos la próxima semana.
Si tienes alguna sugerencia duda o pregunta, puedes escribir al mail

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