lunes, 7 de febrero de 2011

¡Ya te dije que te vengas a bañar!

¿Alguna vez han escuchado esta frase? Parece ser que es el inicio de muchas cosas malas en la relación entre padres e hijos.
Los abuelos dicen que la cosa es más simple,- dale dos nalgadas y vas a ver si no obedecen-,
y  por otro lado se dice, -no debes de pegar, es violencia y nada lo justifica-.
Algunos más benevolentes dirán  -si cuidas cómo pegarle y dónde pegarle,  y lo haces sin enojo lo puedes hacer-.
La verdad es que de ninguna manera se justifica la violencia y la agresión contra los hijos.
Lo que actualmente pasa es que los padres se han quedado sin recursos. Crecieron con un modelo de obediencia y luego les dijeron que eso que hicieron con ellos no lo debían de replicar.
Y más se confunden cuando los abuelos les dicen: “si les das dos nalgadas a tiempo, puedes evitar muchos problemas”. Y luego comparan los estilos de educación diciendo que ellos crecieron con valores y cuidadito le mal contestaban a sus padres porque sabían que les botaban los dientes.
Y si de manera directa planteamos la pregunta: “¿Pablo, funcionan o no funciona el castigo y un buen golpe?
La respuesta contundente y clara será, -SÍ, claro que funciona-.
Lo que hacían nuestros abuelos funcionaba, pero existe un gran error, lo que funcionaba no era el golpe, funcionaba la FIRMEZA  con la que daban las instrucciones.
FIRMEZA consiste en mantener la palabra dada, es decir, si te decían que te daría un “chancletazo”, te lo cumplían. No importaba si te estabas bañando o durmiendo o comiendo, te lo cumplían. Eso es FIRMEZA.
Lo malo es que se fue confundiendo la idea y se llegó a creer que lo que funciona es la violencia, es decir el golpe.
En el “show” de la hora del baño pasa lo mismo. Los papás carecen de FIRMEZA, como en muchas otras ocasiones y situaciones. Y digo que carecen de firmeza por que los niños se acostumbran a miles de llamadas de atención y no saben con certeza cuál de esas llamadas es la buena.
Es obvio pensar que después de muchas llamadas la mamá termina cansada y molesta, incluso creyendo que lo hacen a propósito para molestarla, la realidad es que no saben qué llamada es la buena, pues en ocasiones a la segunda va el golpe o a la 10ª va el “coscorrón”, o el grito amenazante.
Debemos recordar que a esta edad estamos formando hábitos y no podemos pretender que   obedezcan por control remoto, es decir, que a una llamada ya sean obedientes.
Fallamos en la FIRMEZA y  en la CLARIDAD. Si queremos remediar este aspecto, debemos avisar lo que queremos con toda CLARIDAD, “ve al baño y …” y si a  la segunda llamada no hay una respuesta es que todavía no está formado el hábito, por lo tanto debemos parar las llamadas, ir por él o ella, tomarlo de la mano y llevarlos al baño y le vamos dando las instrucciones precisas y claras para que realicen lo que deben de hacer, sin violentarnos y violentarlos.
Recordemos que el amor a nuestros hijos se demuestra con acciones, no sólo con palabras.
Nos vemos la siguiente semana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pablo, te felicito por tu nuevo blog. Me encanto la claridad con la que te expresas, es clara, concisa y sobretodo práctica para la vida diaria.
:)