¿Alguna vez has tenido alguna herida en la mano?
Imagina que tienes ésta herida y que tu espos@ se acerca
a saludarte, te toca la mano y justo le atina a la herida. Obviamente el dolor
se hace presente y retiras la mano rápidamente.
Tu espos@ sería responsable de haber tocado tu herida,
pero no es responsable de que tengas ahí una herida. La herida es tuya y por lo
tanto es responsabilidad tuya cuidarla y sanarla.
Lo mismo pasa en la parte emocional con la pareja.
La pareja muchas veces toca heridas nuestras con su
conducta, con sus reacciones, con sus ideas.
Pero hay que reconocer que esa herida ya estaba ahí, esa
herida es mía y es mi responsabilidad cuidarla y sanarla.
Por ejemplo: Mi pareja no es tan ordenada como yo, y
entonces deja sus cosas en lugares donde yo no las dejaría y donde pienso que
no deben ir. Si eso a mí me genera disgusto y conflicto, y al otro no.
Significa que yo tengo un problema con el orden y debería trabajar ese aspecto.
Tal vez siendo menos rígido.
Es posible que en este momento pienses, ¿y el orden y la
limpieza? También son importantes. Sí, pero cuál es la definición de orden y
limpieza. En muchas ocasiones es la definición de uno y no el resultado del
acuerdo de dos. Esos acuerdos se alcanzan cuando puedo ser flexible en mis
conceptos e ideas.
Este es el punto de aprendizaje, mi pareja me revela
aspectos con los que tengo un asunto inconcluso. Pero para que esto se dé, es necesario que tengan esta visión de
“espejo”. Estar dispuesto a que mi pareja me refleje esos aspectos con los que
necesito trabajar.
Sinceramente creo que la relación de pareja es un
excelente medio para poder crecer, si cada uno asume su responsabilidad, es
decir, las heridas que el otro me refleja, puede haber un crecimiento increíble
y la relación nunca será monótona.
Pero si ante cada herida, digo que es el otro quien me
las origina, ya no hay posibilidad de crecimiento.
Aquí planteo el segundo punto de este escrito. Para que
en una relación de pareja haya crecimiento, es indispensable “El dejarse
influir”.
Este “dejarse influir” es algo que de manera natural se
da en el enamoramiento.
Consiste en aceptar los reflejos que mi pareja me muestra.
Por ejemplo, si mi pareja me “refleja” que necesito ser más sociable, o que
necesito ser más responsable en mi trabajo y/o responsabilidades.
Dejarme influir implica aceptar ese reflejo y hacer algo
por cambiar.
De esta manera una relación de pareja nunca será
monótona, aburrida. Pues se cumplirá la principal función de que la relación
sea un camino de crecimiento mutuo. Donde la libertad y la responsabilidad
serán un ingrediente esencial que ayuda a ese encuentro.
Psic. Pablo Cocom Marrufo 9999551579